Seguidores

Visitor

Mostrando entradas con la etiqueta Carlos G. Vallés. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Carlos G. Vallés. Mostrar todas las entradas

El amor es como el agua que corre; si intentas retenerla se te escurre entre las manos.

Carlos G. Vallés, Decisiones, Preguntas sin respuestas,

¿Por qué se fue? ¿Por qué me dejó? Puede haber miles de respuestas a esta duda; casi tantas como casos de abandono encontremos, y a la vez múltiples respuestas para cada caso en particular, pero por distinto que sea cada caso, todos tienen algo en común: si la relación terminó es porque ella no era la persona adecuada para ti o porque dejó de serlo. Y si ella decidió que tú no eras la persona adecuada para ella, tarde o temprano ella tampoco lo sería para ti, porque no podría responderte como tú lo necesitas, no estaría en posibilidades de darte lo que te hace falta, habría un desequilibrio, una desigualdad que los conduciría a la incompatibilidad.

Cada quien tiene sus motivaciones, sus razones, su jerarquía de valores, su muy particular visión de la vida, sus cualidades y defectos, sus aciertos y equivocaciones. Si ella te dejó, puede que el problema esté en ella y no en ti, que su alejamiento no tenga nada que ver contigo, sino con sus propias incapacidades o hasta con sus traumas y complejos. Si después de un análisis honesto de ti mismo no encuentras razón de peso para que ella se haya alejado, no te atormentes ni pierdas el tiempo tratando de buscarle cinco pies al gato; si su decisión no te atañe ¿qué caso tiene culparte inútilmente? Y si el alejamiento se debe a que ella no supo amarte ni valorarte, a que no tomó en cuenta tus sentimientos ni tus necesidades, ya sea por su inmadurez, por su egoísmo o por su falsedad ¿Para qué lo quieres contigo si no vale la pena? "Si la escalera no está apoyada en la pared correcta, cada paso que demos no hará más que acercarnos al lugar erróneo".

Cabe la posibilidad de que nunca llegues a saber a ciencia cierta por qué se fue, por qué tomó la decisión de separarse de ti, debido a que muchas veces ni la otra persona sabe bien a bien qué fue lo que la impulsó a tomar un camino diferente. Esa tarea de escudriñar en su interior es responsabilidad y asunto de ella, y puede llevarle años o la vida entera. ¿Para qué te tomas tú la molestia de andar interpretando lo que a ella a lo mejor ni le interese desentrañar? ¿Vas a dedicarle tu tiempo, tu valioso tiempo a un acertijo que tal vez no tenga solución? Eso es como meterte en un laberinto que sólo te alejará más y más de tu meta, de tu recuperación.

¿Qué hacer para no sufrir?
El primer paso para dejar de sufrir es entender por qué se sufre. Al respecto no he encontrado explicación más clara y efectiva que la que aporta Carlos G. Vallés, cuyos libros constituyen mi terapia favorita. Vallés es un sacerdote jesuita español que ha vivido muchos años en la India y ha conocido profundamente el pensamiento oriental, del que deriva enseñanzas aplicables a todo ser humano, independientemente de su procedencia, raza, religión y cultura. Siguiendo el pensamiento de Vallés, sufro porque yo me hago sufrir; sufro cuando me opongo a la realidad. Y la raíz de este sufrimiento es el apego.

Apegarse a alguien significa creer erróneamente que sin ella no podemos vivir, que nos es indispensable e imprescindible. El apego es nublar el pensamiento y obsesionarse, es estar atado, estar preso y querer apresar, es depender y aferrarse, es perder la libertad. Apegarse no es amar. El amor es como el agua que corre; si intentas retenerla se te escurre entre las manos.

Particularmente útil me ha sido un proverbio japonés que leí en uno de sus libros: "Si las entiendes, las cosas son lo que son; y si no las entiendes... las cosas son lo que son". Así que de todas maneras la realidad manda. Si te adaptas a ella, todo será más fácil; si te opones, la única que sale perdiendo eres tú, porque es como estrellarte contra una roca. (Creo que necesito leerme esto a diario)